Cuero, prendas con cordones y mucho corsé: la de Versace no es la única propuesta que sucumbe a la inspiración de cara al próximo otoño invierno 2023.
Que el sexo vende (mucho) es el mantra económico más viejo del mundo. Que la moda recurra a él para lucrarse es la tendencia que regresa intermitentemente, junto con la nostalgia dosmilera que estamos viviendo. Volver a verlo en la pasarela milanesa no es ninguna sorpresa. A fin de cuentas, es en Italia donde estas referencias han estado omnipresentes: pensemos en los años 90 de Versace. O en la etapa de finales de los 90 a comienzos de los 2000 de Gucci, con Tom Ford. Las referencias han estado siempre ahí, y 2022 continúa por los mismos derroteros de una corriente que el año pasado ya invadió colecciones de moda y alfombra roja.
Aunque fuera de la pasarela Julia Fox sea ahora mismo su musa principal, en 2021 Kim Kardashian o Madonna ya se enfundaron en respectivas ocasiones de dominatrix. Un concepto que vertebra la última colección de Versace: Donatella actualiza su icónica Miss S&M para la generación Z a base de medias de lúrex, minicorsés combinados con pantalones de tiro bajo y chaquetas con hombreras esculturales. Tampoco olvida las minifaldas, que actualiza en denim, raya diplomática y tweed. Enfundada en su trench o su minivestido de cuero, Fox podría poner el cierre a varios desfiles en Italia, como ya hizo para LaQuan Smith en Nueva York. Si Dolce & Gabbana propone prendas negras formadas por infinidad de cordones, el cuero negro de Ambush juega con la estética fetichista, una de las obsesiones recurrentes.
Más allá del trench de cuero, las prendas ajustadas o las botas de caña hasta el muslo, el corsé es una de las piezas estrella de la pasarela italiana que sea alinea con esta referencia. Mientras Ports 1961 los combina con vestidos, Fendi apuesta por corsés de piel o de popelín, que se funden con esa suerte de faltriquera a la que acompañan. En manos de Alessandro Michele y su colaboración con Adidas, los corsés de Gucci añaden referencias deportivas como los de tantas firmas nicho que se han hecho un hueco en el mercado de Etsy o Instagram gracias a sus do it yourself.
Estética bondage aparte, la semana de la moda de Milán está cargada de un erotismo que se vuelve literal de cara al otoño 2023. Ni es evocador ni se anda con ambages: hablamos de medias negras hasta media piernas que se sujetan mediante ligueros, como propone Dolce & Gabbana. En manos de Fendi, Alberta Ferretti o Gucci, los camisones transparentes y las sugerentes piezas de encaje se combinan con abrigos de pelo, como si no se necesitase nada más debajo para salir a la calle. De hecho, es la máxima cuando nos referimos a las transparencias: faldas semi veladas, con o sin adornos, que se combinan con otros materiales o se conjuntan con prendas de punto para jugar con las superposiciones. Así proponen hacerlo, al menos, Prada o Philosophy di Lorenzo Serafini, cuya colección se inspira en el universo decadente del cabaret, pero con una vuelta de tuerca muy años 2000.
En 2021, un artículo de The Guardian reflexionaba sobre cómo la estética fetichista era una reacción a los efectos del confinamiento. Si todavía seguimos inmersos en sus consecuencias, la pasarela también está tomando ciertos tintes vinculados al universo bondage, pero al mismo tiempo, alejados de él. En esas mismas colecciones, otros estilismos toman un aire más de lolita oscura y no tan sexualizado. De referentes góticos habla Versace cuando propone un total look en color negro compuesto por una falda ajustada, mary-janes y labios oscuros. También Ambush con un look con pelo pixie y collar tipo choker. O Ports 1961 al combinar minivestidos con rotundas botas de combate hasta media pierna y Trussardi recurriendo a esas inspiraciones historicistas que fueron tan del gusto de la subcultura.
De nuevo, Miuccia Prada ya se adelantó a todos en 2019, con aquella colección viral de otoño que ponía Frankenstein en el centro de mira estético, subrayado por accesorios un poco en la línea a los vistos para otoño de 2023. “Algunos académicos ven la atmósfera gótica como especialmente relevante en periodos de incertidumbre. Allen Groove, un profesor de la Alfred University de Nueva York teoriza que durante una guerra o en las secuelas de un desastre los temas oscuros emergen a la superficie como una forma de confrontar los peores temores de la sociedad” escribía The New York Times allá por 2005, analizando el boom que tuvo a comienzos de los 2000. Aunque Giorgio Armani es el único diseñador que se ha pronunciado al respecto del conflicto actual imponiendo silencio en su desfile, los referentes góticos de otras colecciones no podían llegar en un momento más oportuno.